lunes, 24 de agosto de 2015

Griselda Garcia

                   Pintura Sergio Carbonell

II. La modelo

Esas mañanas te veía
entornando los ojos para captar
la incidencia de la luz, las sombras
 
recortándose en la trama de mi piel.


Me costaba mantener la quietud
cuando te acercabas
para reconocer cierto pliegue
de la piel algún matiz.
Hubiera querido tocar tus manos
tus dedos con el tizne del carbón.


No me mires, mirame.
Que tus ojos se hagan de agua y pueda beberlos
que no veas más que mi cara en otras caras.


En cada jornada sos vos el modelo y yo la que absorbe
mil detalles de placer en tu figura.


Paso las tardes con el recuerdo de tu cuerpo
de hombre doloroso y dulce.
Te amo aunque no lo sepa
todavía.


Creer para ver

El primer día el cielo se oscureció
empezó a llover un agua tibia.
No enciendas la luz, dijiste
para qué si ya vimos todo.


Había amigos en la casa, los tomé de un trago.
Madres creadoras:
nunca imaginé tal ostentación de carne.


No fue difícil trepar a tu espalda
Lo difícil fue estar a la altura, no retroceder.


Siempre creer, decías, pero perdiste la fe.


Cuerpo mío
aprendiste del mar a caer y levantarte
fuiste llenado y vaciado por y para ellos
para hacerlos más hombres cada vez
con la insistencia del mar te ofreciste
te fustigaron en tus avatares
en cada fase de la luna y sus ciclos
cuerpo mío, te hicieron hablar
tus secretos parieron locos nuevos
no es sin riesgos la escucha.


Ante un cuerpo de hombre sólo siento gratitud.


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