Pintura Sergio Carbonell
II.
La modelo
Esas mañanas te veía
entornando
los ojos para captar
la
incidencia de la luz, las sombras
recortándose
en la trama de mi piel.
Me
costaba mantener la quietud
cuando
te acercabas
para
reconocer cierto pliegue
de
la piel algún matiz.
Hubiera
querido tocar tus manos
tus
dedos con el tizne del carbón.
No
me mires, mirame.
Que
tus ojos se hagan de agua y pueda beberlos
que
no veas más que mi cara en otras caras.
En
cada jornada sos vos el modelo y yo la que absorbe
mil
detalles de placer en tu figura.
Paso
las tardes con el recuerdo de tu cuerpo
de
hombre doloroso y dulce.
Te
amo aunque no lo sepa
todavía.
Creer para ver
El primer día el cielo se oscureció
empezó
a llover un agua tibia.
No
enciendas la luz, dijiste
para
qué si ya vimos todo.
Había
amigos en la casa, los tomé de un trago.
Madres
creadoras:
nunca
imaginé tal ostentación de carne.
No
fue difícil trepar a tu espalda
Lo
difícil fue estar a la altura, no retroceder.
Siempre
creer, decías, pero perdiste
la fe.
Cuerpo
mío
aprendiste
del mar a caer y levantarte
fuiste
llenado y vaciado por y para ellos
para
hacerlos más hombres cada vez
con
la insistencia del mar te ofreciste
te
fustigaron en tus avatares
en
cada fase de la luna y sus ciclos
cuerpo
mío, te hicieron hablar
tus
secretos parieron locos nuevos
no
es sin riesgos la escucha.
Ante
un cuerpo de hombre sólo siento gratitud.
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