EL PATIO DE MI CASA ,LA CUEVA
Novela Cap .2
Novela Cap .2
En la casa donde trascurrió
mi niñez y mi juventud, había una cueva.
En la casa, propiedad de mis
abuelos. Vivian sus tres
hijas y sus correspondientes nietos.
De la hija mayor, -mi tía-
tenía yo cuatro primos. Todos eran más pequeños que yo.
Mi madre, -era la de en medio
en edad-, dio a luz dos niñas y un cabezón.
La hija menor, -mi otra tía-,
tenía dos varones y un marido militar... pero militar..., militar.
En otra vivienda de la misma
casa, vivía una señora que tenía un estanco en la plaza mayor.
Esta señora, tenía dos hijos
y un par de... para haber tenido a toda la Legión Extranjera.
A
su marido le decían, cuernos de oro. Era un señor muy bajito y
realmente feo.
Bien, todo esto viene al caso
de mostrar, que en mi casa había una tropa de niños, que yo era el
jefe y que además había una cueva. Con estos ingredientes y si me
hubiesen conocido de pequeño, lo de Troya, una mano al mus.
Había un patio central en la
casa; en el centro un enorme manzano; las viviendas bajas, daban sus
entradas al patio y las viviendas superiores, tenían miradores
corridos al mismo.tenían
miradores corridos al mismo.
Un día mis abuelos,
fallecieron; se llevaron poco tiempo...unos meses.
Yo los vi a los dos muertos.
No me asustaron esas imágenes. Tendría yo..., sobre los ocho
añitos.
Mi mente empezó a fabular
para ver que hacía con todos los ingredientes.
Una
tarde, después del colegio, nos juntamos todos los críos en el
patio, para tomar la merienda de pan con chocolate y jugar.
La
cueva, normalmente tenía un candado. Se usaba como fresquera para
las bebidas y algún alimento sólido, tapado con un bol invertido de
tela metálica muy fina.
Bien, pues esa tarde el
candado...¡ estaba abierto!...¡¡¡bien!!!
Armados de papeles de
periódicos como antorchas y una caja de cerillas, nos introdujimos
por la escalera, muy cómoda de bajar, pues tenía sus buenos
escalones.
Al terminar los escalones,
había una parte más ancha y allí, forme mi ejército para hacer la exploración
del Averno.
Nos fuimos andando por el
ramal de la derecha, cuando ya no se veía nada, encendimos las
antorchas. Los más pequeños, comenzaron a llorar; los papeles se
fueron terminando.
Había mucho humo; yo, también
empecé a asustarme como un general derrotado.
En completa oscuridad,
retrocedimos llorando por el humo y por el miedo.
Cuando
llegamos al fin arriba... ¡qué cuadro!... con ¡qué afán las
madres besaban a sus hijos, bofetones se llevó el general...! y por
solo haber perdido una batalla.
La guerra... continuó por
mucho tiempo.
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