lunes, 29 de diciembre de 2014

Emilio Medina Muñoz(España)




III

El Patio de mi Casa.



El corral Al lado izquierdo de la entrada
a la cueva, había un pasillo, de unos diez metros de largo y un metro de ancho. Estaba
sombreado por una parra de la variedad “teta de vaca”; esa de las uvas gordas y casi moradas.
Era este pasillo el elemento de unión de una
vivienda interior la del Sr. Galo
, y a un gran espacio abierto al sol y al agua que era el corral de la casa. Una puerta de madera con su gatera obligada, evitaba que las gallinas se escapasen al patio o la calle, como alguna vez ocurrió y yo no fui el culpable...creo.
El corral, tenía a su alrededor una serie de
pequeñas habitaciones, más bien cuadras; al fondo a la izquierda, estaban el retrete y el basurero, piezas comunes para todos los vecinos. En esa época, no existía la recogida de basuras diarias ni tampoco el alcantarillado que llego cuando el general, dejo sus batallas.

En el lado derecho, había un pozo con agua, que
se usaba de fresquera,para hacer más apetecibles las frutas propias del verano.
Todos los componentes tenían en sus cuadritas
sus propios animales, que sacaban adelante con
los restos pocos de comida. Las mondas de las
patatas mezcladas con salvado o moyuelo
, eran junto con el Sol y el mucho ejercicio que
hacían con nuestras carreras, su mejor alimento.
Normalmente el campo de nuestras batallas, era
el patio.
El gran manzano que presidía su centro, daba
sombra en la canícula a mis abuelos y tías que
oyendo el Ama Rosa, con alguna lágrima
escapada, repasaban calcetines o ponían piezas a una imposible sabana.
Después de la siesta, quedaba ocupado el patio
por las tropas atacantes llenándolo de parapetos
de sillas y de cajas de cartón que mi tío el
sastre que dios guarde, nos llevaba para estos
menesteres.Un día, ante un aprieto estomacal

de toda mi hueste, provocado por tomar unos caramelos raros que a cambio de trapos viejos y recortes de la sastrería, el trapero nos dio, hicimos una larga fila ante el servicio común.

El servicio, consistía en una tabla con agujero

proporcionado al tamaño del sálvese la parte, con su tapa. Un gancho en la pared, recogía trozos del ABC, que leías días después y por diferente lugar. Lo expulsado, caía al basurero. Las gallinas de antes eran muy apañadoras

,y no le hacían ascos a nada.A cambio, te daban unos huevos...eso, de los de antes.

Como el servicio era unipersonal y la urgencia

grande, la tropa, eso sí disciplinadamente, se

repartió en el basurero para aliviar sus doloridas

tripitas.¿Sabéis lo que ocurre, cuando alguien expone sus partes pudendas a la

curiosidad de las gallinas?. Ya lo sabéis.

Nuevos llantos; los culitos al rojo vivo, indicaban

que habíamos perdido una nueva batalla..

Nuevamente el general, tuvo que dar la cara y

además, le fue requisada la mercancía, que tanto trabajo costó conseguir.

Pasados unos días, le toco al general ir al pozo a

sacar su sandia, tirando de la cuerda que

sujetaba su cubo.Una batalla ganada. La venganza en frió, es más placentera.

Nunca se supo por que se desataron las cuerdas

de los cubos restantes, cayendo al pozo.

Ese día los vecinos hicieron penitencia sin postre, a favor de los negritos de África que era la letanía de aquellos momentos.

Una voz potente, muy potente...la de mi padre:

¡¡Emilioooooo, ven aquí!!

 All Rights Reserved ©® Emilio Muñoz Medina de Morales


No hay comentarios:

Publicar un comentario