UNA
TARDE POR SEMANA
OBRA DE TEATRO EN UN SOLO
ACTO- DURACIÓN APROXIMADA: 15 MINUTOS
GUIÓN:
DESCRIPCIÓN:
Ella:
mujer de 40 años, madura, hermosa sin estar gorda, elegante con un
toque sexy, melena suelta, vestida con traje de chaqueta y camisa,
todo ajustado y por encima de las rodillas, zapatos con tacones de
aguja. Debajo lleva lencería fina de encaje, y medias que no son
pantis, con liguero o sin él.
Él:
chico joven, de 22 a 25 años, guapo, pelo algo largo, liso, moreno,
viste pantalones vaqueros, zapatillas deportivas, camiseta y
cazadora de cuero negra.
DECORADO:
Una
habitación con una cama, una mesita de noche y un sillón o una
silla con reposabrazos.
Primer
y único acto
(Los
espectadores ya están instalados en la sala)
Llega
ella, abre la puerta, lleva un bolso grande. Se sienta en el borde de
la cama, saca una carpeta de plástico de color transparente con
folios dentro y un despertador, lo programa. Coloca todo encima de la
mesita de noche.
Llaman
a la puerta, ella abre, es él.
Se
abrazan y se besan largamente. Se separan. Él la mira
apreciativamente.
Él:
¡Qué guapa estás! Estaba deseando verte. No sabes cómo me pongo
todas las noches pensando en ti.
Ella
(riéndose):
Anda ya, no seas exagerado.
Él:
¿Tú no tenías ganas de verme?
Ella:
Claro que sí, ya lo sabes, me pones a mil, me gusta que me desees,
que me poseas, que me hagas tuya (lo
abraza y lo vuelve a besar).
Él:
Eso es lo que te gusta ¿no? Como te pongo, mi cachonda. Dime cuántos
hombres te excitan como yo.
Ella (riéndose):
¡Qué cosas tienes! Como tú, ninguno. Eres el mejor, el único que
de verdad me ha gustado en mi vida.
Él: ¡Ven, siéntate aquí
encima! Te quiero tocar, quiero sentir eso tan rico que tienes, te
quiero dar lo que te mereces
(la coge de la mano y la lleva al sillón).
Se sientan en la silla o
sillón, él debajo, ella encima, la besa y empieza a tocar dentro de
la falda.
Él: Ya estás mojada, cómo
me gusta ¡Qué caliente eres! Estoy loco por ti. Tócame, mira lo
dura que me las has puesto
Ella le toca por encima del
pantalón y lo besa.
Ella (con
voz más ronca, de la excitación):
Así me gusta, dura y gorda, que la note bien.
Se tocan y se besan en esa
posición durante unos instantes.
Él: Te quiero ver, sabes que
eso me pone a reventar. ¡Desnúdate!
Ella (se
levanta, se retira 3 o 4 pasos y empieza a quitarse la ropa empezando
por la parte
de arriba): ¿Me lo
quito todo?
Él (con
mirada lasciva, se está acariciando la entrepierna por encima del
pantalón): No,
quédate con la lencería y los zapatos. Date la vuelta, a ver,
enséñame el culo. Hazme posturitas como tú sabes.
Ella (en
ropa interior y tacones, se gira y se contonea, se agacha un poco,
saca el culo, se vuelve…):
¿Así te gusta cariño? ¿Esto es lo que quieres?
Él: Si mi guarrita, me tienes
loco, ven aquí que te lo coma todo, estoy deseando saborear ese
chocho tan rico que tienes.
Ella se acerca,
sensualmente, él se pone de pie, se besan se abrazan, él le coge el
trasero juntando los dos cuerpos. La sienta en la cama, se agacha,
le toca las piernas a todo lo largo y le quita los zapatos. Él se
desviste, sin dejar de hablar y de mirarla a los ojos.
Él: Mira como me tienes,
verás la que te voy a dar, no voy a parar hasta que no puedas más
de tanto placer.
Se queda en bóxer, se
meten dentro de las sábanas, se besan.
Él: ¡Quítate todo! Quiero
sentirte bien.
Sale la ropa interior
volando por los lados de la cama.
Ellos están bajo las sábanas pero se ven sus cabezas y algo del
torso.
Ella: ¿Qué me vas a hacer?
Tengo unas ganas de sentirte dentro que no las aguanto. Venga,
fóllame, quiero tu polla tan gorda y tan buena.
Él: Espera quiero comerte
antes, disfruta, quiero sentirte en mi boca, quiero que te retuerzas
de placer.
Él se mete bajo las
sábanas, ella sigue con la cabeza y el torso descubiertos; se
aprecian movimientos por abajo, ella gime.
Ella (suspirando):
¡Cómo me gusta! ¡Ay qué bien me lo comes! ¡Sigue así, no pares,
que gustazo me das! ¡Qué ganas tenía! ¡Sigue!
Él se sube, la sábana los
tapa a los dos, dejando al descubierto sólo rostros y torsos.
Él: Te vas a enterar ahora.
Quiero sentirte por dentro (suspira
y gime) ¡Qué rico
y qué calentito lo tienes! Apriétalo. ¡Cómo sabes hacerlo!
Ella: ¡Qué bien me follas,
que polla más buena tienes, dame fuerte, sigue, sigue sin parar, no
puedo aguantar más!
Se ven movimientos bajo las
sábanas, se oyen suspiros y gemidos y la llegada al clímax de los
dos. Todo tiene que ser natural y creíble. Se relajan.
Él está tumbado boca
arriba, la tiene cogida con un brazo; ella está de lado abrazada a
él; hablan.
Él: Cariño ¿te ha gustado?
¿Te has corrido bien?
Ella: Si mi amor ¿No te has
dado cuenta? Si me han dado unos espasmos exagerados.
Él: ¿Algún hombre te ha
hecho alguna vez disfrutar como yo?
Ella: Que va mi amor, ya te lo
he dicho, eres lo mejor que he conocido nunca, has sacado una parte
de mi que no conocía, sólo con sentirte cerca no me aguanto.
Él: Hoy he tenido algunas
entrevistas de trabajo, Creo que hay posibilidades de que me llamen.
En cuanto encuentre lo que quiero podré ofrecerte lo que tú te
mereces.
Ella: ¿Cómo sabes que tienes
posibilidades?
Él: En uno de los sitios
llevo recomendación de un amigo de mis padres, y mis estudios y
perfil se ajustan a lo que ellos están buscando.
Ella: ¡A ver si te llaman! Me
gustaría estar contigo todos los días, me tienes enamorada. ¡Qué
bueno sería todos los días una buena sesión de éstas después de
comer! Es mi momento preferido.
Él: Y por las mañanas
cariño, al despertar. No sabes cómo me levanto, todo empalmado,
una exageración. Te daría lo que no te imaginas.
Ella (riéndose):
Para empezar bien el día ¿no? Con energía. Me vuelves loca, nunca
había estado así.
Él: ¿Y qué te gusta tanto
de mí? Tú sí que eres un pedazo de mujer. Aún no sé qué has
visto en mí.
Ella: ¡Tantas cosas! Lo
primero que vi, tu cara y tu pelo moviéndose cuando andas. Eso ya me
gustó, me dio un vuelco el estómago la primera vez que te vi.
Luego, cuando empezamos a hablar, tu sonrisa irónica y sobre todo tu
mirada de deseo. Sólo con sentirla ya me excitaste, me entraron unas
cosquillitas por ahí abajo… Y cuando me hablabas no sabía ni lo
que te decía.
Él (riéndose):
Yo ya me daba cuenta. Te ponías muy nerviosa. Te ponías a hablar
muy rápidamente y sin parar.
Ella (riéndose):
¿Si, no? ¿Y tú qué? Que se te iban salir los ojos.
Él (riéndose):
¿De verdad? Si supieras cómo me pusiste el día que llevabas
aquellos pantalones blancos. Yo iba detrás de ti, no podía dejar de
mirarte el culo tan bueno que tienes. Se me quedó la imagen grabada
y por la noche, en mi cama, me tuve que aliviar pensando en ti. Desde
ese día me he masturbado muchas veces contigo en mi mente.
Ella (riéndose):
¡Qué calladito te lo tenías! (más
risas) ¡No me lo
puedo creer!
Suena el despertador. Se
levantan los dos, cada uno por un lado de la cama y se visten sin
mirarse y sin hablar. Una vez vestidos él va hacia ella, ella le da
la carpeta que está en la mesita de noche, él la coge, la hojea, y
la vuelve a mirar, ella coge su bolso, saca el monedero, lo abre y le
da unos billetes.
Ella: Toma Fernando, lo
acordado (le paga).
Ya sabes, aquí tienes lo de la semana que viene (señala
la carpeta).
Estúdiatelo bien, me gusta que sea creíble, que parezca de verdad,
hoy has tenido algún fallito por ahí…, pero bueno, no ha estado
mal.
Él:
Señora Ramírez, hay un problema, yo no sirvo para estudiar,
bastante tuve con acabar cuarto de la ESO después de repetir todo lo
que se podía repetir. Actualmente, estudiar lo que usted quiere que
le diga, me cuesta la misma vida, por no hablar del dolor de cabeza
que me produce y de que he tenido que renunciar a un par de trabajos
estos últimos días para dejarla a usted satisfecha.
Ella:
No me digas Fernando, ¿Tanto te cuesta? No tenía ni idea.
Él:
Mire, el tema sexual no me cuesta nada, es mi trabajo y creo que lo
hago bien, creo que en ese aspecto no tendrá usted queja, yo no la
tengo desde luego, por ahí la cosa está bien. Pero lo malo es lo
que tengo que estudiar, eso sí que me cuesta. Y sin querer abusar,
Señora Ramírez, y teniendo en cuenta de que me agrada tenerla a
usted entre mis clientes, la verdad es que me parece que debería de
cobrarle más de lo que cobro normalmente.
Ella:
Bueno Fernando, la verdad es que no lo había pensado así. Estoy
satisfecha con tus prestaciones (pensativa
y conciliadora, calculando).
¿Me has dicho que has perdido algún trabajo para poderte aprender
lo que te pido?
Él:
Así es. Ayer por la noche, como vi que aún me costaba y que no
estaba perfecto, tuve que renunciar a dos, para poderle dar a usted
entera satisfacción
Ella:
Muy bien. Mira no quiero prescindir de ti. ¿Estás de acuerdo en que
te doble lo acordado? Es mi única oferta, y si aceptas tienes que
hacerlo bien, ya no vengas con otros problemas.
Él:
De acuerdo, me parece justo. En eso quedamos. ¿Cuándo será la
próxima cita?
Ella:
La semana que viene, el martes, el mismo día, en el mismo sitio y a
la misma hora, y con todo bien aprendido.
Él:
Vale, en eso quedamos, hasta el martes que viene.
Ella:
Y ya sabes Fernando, todo bien sabido.
Él
va hacia la puerta, sale sin mirar atrás. Ella recoge el
despertador, lo mete en el bolso y también se va
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