jueves, 1 de enero de 2015

Raquel G.Fernandez (Argentina)

Pintura Renzo Castaneda
CHICAS CORRECTAS

A Adriana

Nosotras,
las que sí crecimos con Videla;
las que supimos que el silencio es salud
cosiéndole y descosiéndole la boca a las muñecas
a la hora en que la abuela dormía la siesta;
las que fuimos mujeres maravilla, mujeres biónicas,
mujeres desnudas debajo de guardapolvos tableados,
mujeres húmedas, mujeres aburridas;
las que aprendimos a no pisar el césped,
a poner la basura en su lugar,
a cederle el asiento a las embarazadas y a los ancianos,
a descender por la puerta trasera;
las que levantamos la mano cuando queríamos hablar,
cuando queríamos hacer pis,
cuando queríamos llorar a los gritos;
las que cosimos, bordamos,
abrimos algunas puertas y nos tragamos las llaves de otras;
las que acunamos bebés de Yoli Bell,
bebés de ilusión, bebés de verdad;
las que nunca tuvimos sexo con dos hombres a la vez,
o con tres o con cuatro;
las que jamás nos teñimos el pelo de rosa
ni cultivamos una plantita de cannabis en la terraza
queremos saber
en qué nos equivocamos.



CANDY DARLING EN SU LECHO DE MUERTE



Muchacho. Muchacha. Pájaro.

Criatura sobrenatural

a la espera de la oscuridad,

la boca fragmentada

en pequeños gestos de sed,

el corazón flotando

en la memoria del humo.



Muchacho no. Muchacha no. Pájaro.

Repatriando la sangre doliente

-el abanico de leucemia que se cierra

sobre su cuerpo feroz como un poema

entre ceremonias y vapores-.



Las Muerte es una dulce excusa

para desnudarse hasta los huesos.



Y brillar.
Foto ext.de google

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