ATTENZIONE
A CHE PORTA
En
la casa de la familia Domiciano siempre se ha dicho que esa puerta
nunca debería abrirse porque del otro lado la muerte está sentada y
espera.
Eso
fue lo que dijo el anterior propietario, Don Duilio Moretti, sin
quitar los ojos abreviados de la puerta prohibida, momentos antes de
cerrar el trato con la familia Domiciano, a efectos de evitar un
futuro cargo de conciencia si bien el precio de la venta era similar
al de Uganda (subasta del año 1755).
Durante
muchos años nadie abrió aquella puerta aunque más de uno se comía
las uñas de las manos y pies, e incluso, de las cuerdas de su
charango bonsai las uñas largas enganchadas, el tío artista, de
nombre Antolín Domiciano.
Todo
esto a modo de “puro blablablá” porque la historia comienza una
noche del año 1898, cuando - y cuando no - , uno de los abuelos (al
que le amputaron ambos brazos porque era insoportable su manía de
abrazar a todo aquel que se le arrimara), no aguantó más el secreto
que la puerta señalada escondía y abrió la puerta de un patadón.
—¡Achalay!
–eso fue lo que se escuchó cuando la famélica oscuridad devoró
de una sola mordida su encorvada y anciana figura. Luego, un silencio
de la santa madre sopló la última letra del senil grito y al
siguiente luego, un viento del tipo “portero de edificio de 16
pisos sin ascensor”, cerró violentamente la puerta.
Nunca
de los jamases salió de la habitación el abuelo Belisario y por esa
trágica circunstancia, la dolida familia Domiciano, a la mañana
siguiente, se vió obligada a enterrar, previo velorio sin percepción
sensorial, interpretación mental y constelación emocional, a un tal
Hedilberto Usre.
QUIROMANCIA
Con
sus ojos seriamente redondos, la mujer leyó la mano temblorosa de
Zacarías y predijo con voz de sótano clausurado:
-No
se me entusiasme en programar mucha cosa para la semana que viene,
Zacarías.
Zacarías
desprendió como pudo I la mirada de ojos redondos de sus manos y al
toque, como pudo II, despegó sus asustadas manos de las manos firmes
de la vidente.
Zacarías
no dijo nada; como pudo III se levantó de la silla y desapareció de
la extraña habitación como laucha por tirante.
Para
el domingo de la semana siguiente, Zacarías seguía vivito y
coleando, e incluso sabiendo por qué la medium le había recomendado
aquello de no programar nada para esa semana ya que no encontraba la
agenda personal por ningún lado.
(Olavarría,
Provincia de Buenos Aires, Argentina)
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